A muchos corredores les cuesta entender cuándo cambiar zapatillas de correr. Éstas son algunas de las señales que te indican que ha llegado el momento de comprar unas zapatillas de correr nuevas.
Las zapatillas de correr son las mejores amigas de un corredor. No sólo por lo que nos aportan; apoyo, estabilidad, amortiguación, comodidad, sino también por todos los momentos (y kilómetros) compartidos. Sin el calzado adecuado, muchas personas ni siquiera intentarían correr por la calle. Ya hemos escrito sobre lo difícil que es elegir un par. Aún más difícil es saber cuándo hay que cambiar las zapatillas de correr.
En primer lugar, tenemos que entender por qué es importante cambiarlas. Si buscas a alguien que te diga que puedes conservarlas para siempre, éste no es el post para ti. A diferencia del equipo de fútbol, las zapatillas de correr hay que cambiarlas regularmente. No se trata en absoluto de una cuestión superficial. Ocurre que, al cabo de un tiempo, nuestros queridos compañeros ya no son capaces de darnos lo que necesitamos.
Aunque a veces ni siquiera es visible; cuando el zapato se ha usado demasiado empieza a a perder sus propiedades. Algunos corredores se aferran a sus zapatillas hasta que ven uno (o varios) agujeros, y la realidad es que mucho antes pierden el rendimiento que hace que la zapatilla de correr sea eso, una zapatilla de correr.
¿Por qué es importante cambiarlas?
Las zapatillas se desarrollan con dos funciones básicas en mente: proteger tus pies y piernas del esfuerzo que supone correr y permitirte correr con todo tu potencial. Las zapatillas están diseñadas para dispersar el impacto que el atleta recibe constantemente en sus articulaciones cuando los pies tocan el suelo a cada paso. Más allá del rendimiento, sin una buena amortiguación el el riesgo de lesión es muy alto.
Para evitar lesiones en rodillas, tobillos y otras partes del cuerpo, el sistema de amortiguación debe funcionar eficazmente; unas zapatillas de correr demasiado viejas no pueden absorber los impactos ni mantener la estabilidad. Uno de los aspectos más delicados es la parte superior de la suela, hecha de un material más blando para una amortiguación adecuada, se adelgaza y esto hace que amortigüe mucho menos. Si el calzado se ha utilizado mucho, el impacto sobre las articulaciones aumenta considerablemente.
En cambio, la parte inferior de la suela no suele dar tantos problemas. Es cierto que también se desgasta, pero con la durabilidad de los materiales de los que están hechos los zapatos, normalmente no es la razón principal para comprar unos nuevos. El desgaste de la suela afecta principalmente al agarre y la tracción.
Pero entonces, ¿Cómo sé cuándo tengo que cambiar de zapatos?
Más allá de por qué cambiarlos, saber cuándo hacerlo sigue siendo muy importante. Para continuar, veamos algunas señales que pueden ayudarnos a darnos cuenta de cuándo ha llegado el momento.
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Kilometraje del calzado
Sin duda, la forma más práctica de definir cuándo sustituir las zapatillas. Es cierto que es poco probable que tengas exactamente medido el número de kilómetros recorridos, pero un par de cálculos deberían bastar para hacer una estimación justa. El número límite de kilómetros dependerá de muchos factores: el tipo de zapatilla que utilices (las zapatillas ligeras pierden sus propiedades mucho antes que las de trail-running, por ejemplo), la superficie por la que corres, tu peso corporal y, por supuesto, tu estilo de correr.
Te aconsejamos que te informes sobre el kilometraje máximo recomendado para tu modelo, pero como norma general no deben superar los 900 kilómetros y algunos recomiendan cambiarlos incluso antes.
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Cuando sientas dolor
Si tienes fatiga muscular, dolor en las espinillas o en las articulaciones (más concretamente en las rodillas), podría ser una señal de que tal vez ha llegado el momento de cambiar de calzado. Es cierto que hay muchas otras razones para sentir estas molestias, pero prestar atención a tu calzado es importante. En cao de que no estés seguro, ¿por qué no hacer una prueba de torsión?
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Tus zapatos no superaron la prueba de torsión
Ponte las zapatillas y finge una torsión: si eran unas zapatillas estables, deberían permanecer en su sitio. Un calzado muy gastado puede haber perdido su capacidad de amortiguación y apoyo y, por tanto, torcerse con facilidad. También puedes intentarlo con las manos; si puedes manipularlas fácilmente, significa que ya no pueden proporcionar la estabilidad necesaria para correr. Cuidado con las zapatillas diseñadas para carreras rápidas; normalmente están diseñadas para ser mucho más maleables y, por tanto, no pasarán esta prueba aunque acabes de adquirirlas.
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Suela desgastada
No hay mucho que explicar sobre este punto. Lo normal es que si tienes la suela desgastada signifique que ya es hora. Si se pudiera correr bien con suelas desgastadas, ni siquiera tendría sentido gastar dinero en zapatillas de correr.
Conclusiones
Más allá de estas señales muy concretas, cuando tus sentimientos están muy lejos de lo que sentías cuando te pusiste los zapatos nuevos por primera vez, ha llegado el momento de renovarlos. De hecho, si estás mirando este post, es muy probable que algo en ti sepa que ha llegado el momento. Es cierto que no es fácil dejar a tan buenos amigos, pero tienes que tener en cuenta que los amigos son amigos mientras te hagan bien.